lunes, 28 de septiembre de 2009

Ahora entiendo todo

El viernes fui a ver el Ballet Contemporáneo del San Martín. Fiel a mi costumbre, decidí asistir sola y al mediodía, por lo que la sala estaba repleta de señoras over 50, bailarines aficionados y familiares del elenco. Al lado mío se sentaron una señora de alrededor de 60 años y su amiga, ambas dos con anteojos, carteras, bolsas, tapados y paraguas, que diseminaron con sus fragancias varias y a la buena de Dios, entre sus butacas, la mía y el piso. De más está decir que entablaron amigable conversación en voz alta desde que se sentaron hasta que aparecieron los bailarines (y hubieran seguido si yo no les hubiera sibilado un CHHHH! con cara de orangután).
La cuestión es que una le contaba a la otra que había visto a la familia de Marcelo, que los nenes habían crecido un montón, que Marcelo estaba re deprimido y no sé qué más. En eso, escucho que la amiga le pregunta "Y el más grande? Era tan buenmozo ese muchacho...", y la señora le contesta "Ah, no, ese debe ser GAY porque no se casó, y ya tiene como 30 años".

Era todo tan simple. Y yo que me hacía tantas preguntas acerca del comportamiento escurridizo y promiscuo de los señores de esa edad... Y eran todos GAYS!

Club de fans

Hoy es un día especial. Me acabo de enterar que vuelve Niño Pol.
Estoy ansiosa.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Malditos onanistas II

Estaba releyendo mi post anterior y me di cuenta de que ese día selló para siempre mi destino. Fue como una metáfora anticipatoria. O una advertencia premonitoria.

Cada vez que me aburro, que reviso, y que meto la manito donde no debo, me pasa algo ho-rri-ble.

Pero siempre. Lo juro.

Malditos onanistas

Si hay algo que no me banco, es que los hombres sean pajeros abiertamente y las mujeres a escondidas. Y cuando digo abiertamente, me refiero concretamente a lugares insospechados. Como lo que me pasó en un viaje romántico.

Hace casi 12 años, en los albores de mi juventud, decidimos irnos con mi novio de entonces a las Cataratas del Iguazú. En medio de grandes dudas, sacamos pasajes por Austral porque nos pareció más seguro que Aerolíneas y nos encaminamos con gran emoción a Aeroparque. No despaché nada porque mi equipaje era una mochila Jansport (en esa época me sentía más libre y más hippie si llevaba todo aplastado en una mochila. Si lo pienso de nuevo, ahora también). Buscamos nuestros asientos, y como estaba previsto nos tocó uno ventanilla y el otro al medio. Yo me senté en el medio y me agarró como una sensación de adultez cuando abrí una revista del freeshop y empecé a hojearla, mientras mi novio miraba concentrado por la ventana quién sabe qué, porque estábamos completamente inmóviles todavía.
Como no soy una chica tranquila, y mi novio no era de esos que te alegran el día, en seguida me aburrí y empecé revisar todo lo que tenía en el bolsillo del asiento de adelante: auriculares, soquetes (para ir a las Cataratas?), varios folletos, y una bolsita misteriosa de papel. La saqué y, de puro curiosa nomás, metí la manito adentro. Sentí una sustancia calentita y pegajosa, y con un grito saqué la mano pensando que era vómito. Pero, con negras sospechas, me la olí y (no quiero especificar lo que era en realidad).

Malditos onanistas. Me arruinaron el viaje.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Clasificación de madres: la Fanática del Mail

Si hay algo que ha convertido mi vida en un infierno los últimos años, han sido las cadenas de mails. Y no me refiero a las cadenas promocionando un producto, o prometiendo riquezas si reenviamos a la virgencita de Baradero. No, esas son una bendición comparadas con las cadenas de MAILSDEMADRES.
Las madres tienen la tediosa costumbre de contar todo, pero todo, lo que transcurre con sus vidas domésticas. Incluso cuando no tiene absolutamente nada que ver con el mail original. En persona, una puede mirar discretamente hacia otro lado, hacerse la que recibió un mensajito de texto, poner la mente en blanco o cambiar de tema. En cambio, por mail no tenemos escapatoria. Y digo que no tenemos escapatoria, porque no podemos escapar a la angustia de que si no lo leemos nos perderemos de algo Importante.

Delegada de la clase: "Quiero avisarles que la comida de padres que habíamos planificado para el martes se suspende. Les avisamos cuando pongamos nueva fecha así no nos perdemos los cuentos y chismes de los últimos meses!"

Madre discreta: "Gracias, menganita, por avisar y ocuparte."
Madre tarada 1: "Qué lástima, menganita! Yo ya había organizado todo con una niñera nueva amorosa que conseguí para dejar a los gordos y poder ir con Cristián, que se moría de ganas! Seguro se suspende?"

Madre tarada 2: "Ay, yo espero que se pueda hacer cuando volvamos de Las Leñas con Jorge y los chicos, no me la quiero perder por nada! Además esta semana Luqui, el de segundo grado, estuvo con un poco de fiebre y estamos rezando para poder irnos. Please, chicas, recen que ya tenemos todo pagado!"
Madre tarada 3:"Ay, tarada 2, qué drama! Te re entiendo, yo el año pasado en Disney la pasé pésimo porque Carlos se tuvo que volver antes por laburo y me quedé sola con los chicos! Voy a rezar para que puedan esquiar en familia!"

(Seguro se volvió por laburo, pienso. Estaba harto de todos, Carlos. Yo voy a rezar para que se te rompa la computadora)
Siguen los mails multiplicados por 30.

Finalmente, yo: "Gracias por avisar, menganita. Si no se puede reorganizar la comida, no te preocupes. Igual nos vemos todas las mañanas, todas las tardes y además tenemos los mails de todos los días. Besos".

martes, 22 de septiembre de 2009

La obsesión de obsesionarse

Cuando no sé qué hacer, me obsesiono. En algún lugar entre mi depertar feliz con cachorro al lado y mi caminata al trabajo, me obsesiono. En algún punto entre mi satisfacción de vivir y mi clase de teatro, me obsesiono. Y si pasan muchos días tranquilos y me aqueja la sensación de que me falta algo, me acuerdo que me olvidé de obsesionarme.

Las mujeres nos obsesionamos con muchas cosas: nos obsesiona una linea de esmalte corrido, las calorías reales del sushi, chequear el mail cada 43 segundos, esperar el único mensaje de texto que no va a llegar nunca. Nos obsesiona la culpa de no ir al gimnasio, el viaje que no hicimos nunca, la mina que estuvo 3 minutos hace 14 años con nuestro novio, el llamado misterioso que vimos en el celular de nuestro marido y que nunca averiguamos de quién era. Nos obsesiona el pasado y el futuro.
Pero a un nivel más secreto, más profundo, nos obsesiona no obsesionarnos. Nos obsesiona olvidarnos por un segundo que dependemos de una lista de obsesiones para sentirnos tranquilas y completas, y soñamos con ser dignas y fuertes. Soñamos con trabajar de lo que queremos, la cantidad de horas que queremos, sin obsesionarnos con la culpa por nuestros hijos ni por la presión de nuestros jefes; soñamos con comer todo lo que nos entre, sin obsesionarnos por la bikini de enero; soñamos con estar con la persona correcta, sin obsesionarnos con la persona equivocada. Y soñamos tanto y con tanta fuerza, que nos obsesionamos de nuevo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

It´s my nature

En la película Someone Like You se representa una de las típicas secuelas de la vida cotidiana: Jane (el personaje de Ashley Judd), mantiene una relación de unos pocos meses con un productor, que le rompe el corazón a Jane al desaparecer bruscamente y sin mucha explicación.
Quién no estuvo en el lugar de Jane? Pero a diferencia de la mayoría de las mujeres, Jane no se queda sentada llorando, sino que se inventa un personaje anónimo en una columna editorial y desarrolla una teoría, según la cual los hombres usan a las mujeres hasta que se cansan de ellas y pasan a una "vaca" mejor y más nueva.
Lo interesante de todo esto no es la teoría de Jane, bastante trillada, sino el personaje más machista y superficial de la película, Eddie (encarnado en Hugh Jackman). Eddie, tras agotarse y aburrirse con las teorías feministas de Jane, le diagnostica que va a pensar siempre mal de los hombres y que su vida va a estar signada por fracasos sentimentales porque está "en su naturaleza".

Me quedé pensando... Y si nos hiciéramos cargo de nuestra naturaleza? De nuestra manera de encarar las relaciones, de nuestra obtusidad en demandar cosas cuando no es el momento ni la persona indicados? En repetir comportamientos que la experiencia nos ha demostrado largamente que nos lleva a mal puerto? Qué pasaría si en vez de detenernos tanto tiempo en lo que nosotras queremos y esperamos y demandamos de la víctima que nos sacó a tomar dos daiquiris, pudiéramos hablar su idioma, meternos en su mundo, reirnos con sus sandeces y amoldarnos nosotras sin prejuicios?
En mi naturaleza se destacan la desconfianza como deporte, la belicosidad más exacerbada, la defensa a muerte de las teorías más descabelladas y estériles, aún a riesgo de perder una relación para siempre.
Hoy me levanté con la confusa sensación de que toda la experiencia que he tenido (y como dice sabiamente mi amiga E, toda experiencia es mala), no ha sido culpa NECESARIAMENTE de la idiotez de los otros.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Clasificación de madres: Perfecta

La hora de salida de los chicos del colegio recolecta un material valiosísimo a la hora de clasificar algunos de los estilos posibles de madre que más nos deleitan (y más aún si conocemos sus trasfondos y secretos más oscuros).

Entre mis favoritas está Perfecta: es rubia (y si no lo es, se encargó de serlo), tiene casi siempre el pelo atado en una media cola, usa pantalones un poco altos de tiro, es flaca pero no muy, adora las poleras y camisas cerradas hasta el cuello, e invariablemente ostenta una crucecita de oro colgando hacia afuera (en su reemplazo, uno de esos colgantes que parecen con niños ahorcados también sirve). Es siempre la más desenvuelta y la más comunicativa con las otras madres porque sabe que pisa fuerte a la salida del cole: o es ex alumna, o su marido es director de una empresa y entrenador de rugby de tercer grado. Como no trabaja pero quiere parecer ocupada, empezó hace tres años a correr maratones y a entrenar con un personal trainer. Habla de eso cada vez que alguien le dirige la palabra, y se da mucha importancia porque salió 967 en la última maratón de 2 km.
Perfecta es la que organiza todas las reuniones de madres con los maridos en su casa, la que manda muchos mails con cadenas de rezos y misas por gente que no conoce o la que critica horrorizada una obra de teatro donde se exhibe el pecho desnudo de una bailarina.

Lo que pocas saben es que Perfecta sostiene un fogoso romance con el personal trainer hace cuatro meses. Que el marido exitoso no está nunca porque se la pasa viajando a destinos poco convincentes, y que Perfecta le cuenta todos los detalles cochinos de su affaire a una amiga un poco descarrilada porque tuvo un hijo y se separó, así que ya no ranquea entre las madres respetables y puede servir de oído. Perfecta odia a su marido pero no va a separarse nunca, así que elige sonreir y pavonearse, y asume que su obra de teatro no tiene más que admiradores y aplausos.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Es que la gente a veces

Me aburren sobremanera las anécdotas edulcoradas. No me refiero a las anécdotas optimistas o a los finales felices. Me refiero concretamente a ese especímen al que le gusta regodearse y solazarse y envanecerse y derretirse sola, relatando para un público amodorrado cómo su pareja la hace sentir especial.
Estoy cansada de las mujeres que cuentan como una anécdota fantástica, haciendo mohínes vergonzosos, que su novio cayó "de sorpresa" con dos entradas para el cine, o que les llevó el auto que chocaron ellas al taller, o que les regaló unas zapatillas con cupones de descuento, o que les puso un pasacalles para el día de la madre porque se fueron de viajedeesquíconamigos y se justifican con ese gesto deleznable. Me aburre que me cuenten que el divino del marido cuidó tooooooooda la tarde a lagorda por única vez en el año, mientras ellas se la pasan cuidando a lagorda y quejándose de las salidas del marido.

(Las anécdotas que incluyen flores, chocolates y regalos sorpresa del shopping están totalmente fuera de este análisis por empalagosas)

Y quiero aclarar que a mí me encanta que me hagan regalos, que me lleven el auto al taller, que el santo de mi novio cuide a elgordo así yo puedo salir a comer con mis amigas, que me llene de besos y de palabras edulcoradas el oído! No hay nada que me guste más!
Pero es necesario, es REAL-MENTE necesario, que obligue a mis amigas a escuchar estas cuestiones personales, que las obligue a premiarme con sus caras de emoción y sus "Ahhhhh" y "Uhhhh" la dicha soberana, única e indescriptible de tener un novio?

Ayer le comentaba estas inquietudes a mi amigo Pablo, y para mi tranquilidad sólo levantó las cejas y moviendo desconsolado la cabeza dijo "Es que la gente a veces...".

lunes, 14 de septiembre de 2009

El talón de Aquiles

Aquiles es uno de los semidioses griegos más recordado: hermoso, invencible, tenía éxito con hombres y mujeres y fue uno de los luchadores más aguerridos del ejército de Troya. Símbolo de la impetuosidad de la juventud, Aquiles se irritaba fácilmente y abandonaba la lucha en los momentos más impredescibles. Su mamá, la diosa Tetis, para hacerlo invulnerable lo sumergió siendo bebé en la laguna Estigia, sujetándolo por el talón derecho. Y precisamente ese lugar, al no ser sumergido, se convirtió en su punto vulnerable en las batallas, y dio lugar al mito del "talón de Aquiles".

En qué podríamos sumergirnos nosotros para hacernos fuertes e invulnerables? Probablemente mi mamá no encontró la laguna Estigia porque nos hubiera tirado a todos de cabeza ahí adentro para evitarnos tantos disgustos relacionados con nuestras debilidades. Vamos por la vida llenos de talones de Aquiles, vulnerables cada uno a distintos factores, internos o externos, que se transforman en nuestra cruz. Algunos llegamos a hacer el leit motiv de nuestras vidas, justamente, al hecho de escaparles o esquivarlos momentáneamente. Nos metemos en clases de yoga, pintura, respiración, instrumentos aborígenes y danzas japonesas, nos automedicamos con té verde, lechuga macrobiótica, ginseng, dieta-club y rivotril, para alcanzar una sensación que nos aleje de nuestro talón de Aquiles cotidiano.
No importa si es un ex novio, el chocolate, la adrenalina, el conflicto, dormir hasta tarde, obsesionarnos con el pasado: siempre hay algo que nos gana, que vence todos nuestros propósitos, que nos hace volver a empezar una y otra vez. Y que cada vez que caemos nos averguenza, al borrar todas las promesas a nuestras amigas y a nosotras mismas.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Je me fous du passé

La gran Edith cantaba que no se arrepentía de nada; que le daba igual el mal o el bien que le hubieran hecho, que estaba todo pagado, barrido y olvidado. En síntesis, que se cagaba en el pasado. Se cagaba en sus amores, en sus recuerdos, y hasta en sus miedos. A partir de esta decisión, vivió su vida como se le cantó el orto (valga el burdo juego de palabras), tuvo amantes donde y cuando quiso, se drogó cuanto y con lo que quiso, se casó varias veces y murió en 1964 en la Provence a los 49 años.

Yo tengo mucha admiración por Edith. La verdad que yo no puedo cagarme en nada. Me persiguen los fantasmas de mis miedos, de mis relaciones fallidas, de cuando mi mamá me mandó a Parque Norte de excursión con el colegio y me puso en la mochila nada más que un termo con agua (sí, de la canilla), cuando todas mis compañeras llevaban chizitos, cocas, sandwiches y caramelos. En fin, una serie interminable de sufrimientos que yo, supongo (y espero), sean la causa de mis malformaciones emocionales del presente. Digo que espero, porque sino no sé para qué voy a terapia, porque si estas malformaciones no responden a nada explicable de mi pasado, será sólo que alguna gente viene más fallada y otra más perfecta, y yo no quiero ser fallada, quiero ser perfecta aunque sea dentro de mil años.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Encuentros terapéuticos

En mi grupo de terapia hay un señor que no me cae nada bien. No sólo encarna mis peores demonios, como ser bajito, convencional, machista y aburrido, sino que además es zalamero, salame y otras delicias.
Cuando entró al grupo pensé que era mi deber moral educarlo, mostrarle el lado correcto de las cosas (algo así como Take a Walk on the Wild Side), explicarle mis puntos de vista y, obviamente, enriquecer los suyos. Pensé que si le decía que se aggiornara en sus conceptos de familia (la mía es atrozmente opuesta a la suya y cuando describo mis bizarreadas me mira cruzando las manitos regordetas sobre las faldas, muerto de ganas de interrumpirme y criticarme, pero no le doy chance), si le explicaba lo lógico e incluso lo saludable de amar y odiar alternativamente a la misma persona, iba a ayudarlo a convertirse en mejor ser humano. En mi plan, él a su vez me redimiría a mí en mi tarea, y me dejaría un paso más cerca del Cielo después de tan arduo y altruista trabajo.
Sin embargo, el miércoles pasado me llevé una sorpresa. Se sentó Mr X en una actitud un poquito belicosa, y me la vi venir. Sin mirarme a mí, el muy cobarde, y dirigiéndose solamente al terapeuta, explicó que en la semana había llamado al coordinador de nuestra terapia para contarle que se sentía muy pero muy mal en el grupo, que vomitaba en el baño de su casa cuando llegaba, y que estaba decidido a abandonar la terapia porque “en este grupo hay alguien con el que no puedo convivir, y esa persona es….”, y con dedito gordo y acusador, adornado con fastuosa sortija matrimonial, me señaló a mí.

martes, 8 de septiembre de 2009

La Madre de sus Hijos

Lo que más miedo me da en el mundo es cuando escucho que un hombre se refiere a la chica que lo acompaña como “la madre de mis hijos”.
Mi amigo Pablo me contó una vez que un amigo de él, casado con una chica que yo conocía, era el que más descontrolaba en las despedidas de soltero. Cuando le pregunté por qué no hacía las mismas cochinadas bizarras con su mujer, me contestó muerto de risa que Pablo se horrorizaría ante tal idea, ya que Soledad es lamadredesushijos, destinada por lo tanto al trato más reverencial de frígida, aburrida y no apta para el desarrollo de actividades creativas en la intimidad.
Alguien me puede explicar cuándo confundimos “madre” con “opio”??! Desde cuándo señorita divertida, sexy, un poquito suelta de cascos como todas las que conozco y dada a los entretenimientos sanos (léase: partying, malabarismo, procrastinación del tiempo, habilidades consideradas "masculinas") debe esconder prolija y prontamente todas estas facetas si desea contraer matrimonio con señor putañero, convencional, machista y aburrido? Quién quiere estos maridos? Y quién inventó que son un mal necesario?

La Peor de Todas desde cuándo?!

Estoy cansada de que mis parejas me hagan sentir siempre que soy La Peor de Todas. Soy controladora, desconfiada, y me encanta, pero me encanta, el conflicto. Y qué? Hay gente que es manipuladora, abusiva, desconsiderada, estúpida o mentirosa. De hecho, entre los últimos novios que tuve recuerdo un mentiroso compulsivo y varios estúpidos.
También estoy harta de que en las primeras salidas me digan que nunca se sintieron tan bien, que nunca tuvieron mejor sexo, que nunca se rieron tanto, que nunca estuvieron con alguien más inteligente. Y meses más tarde, como si todo esto hubiera sido una ilusión óptica, no dudan en afirmar que nunca se sintieron peor, que nunca pelearon tanto, que nunca les dijeron tantas cosas horribles y que nunca nadie les sacó “lo peor de adentro” como hago yo.
Si les saco “lo peor de adentro” es porque lo tienen adentro, a ver si se enteran! Que sus novias mensas y aburridas no los hayan confrontado nunca con emociones controversiales que los sorprenden porque no pueden descifrarlas en 5 segundos no me hace a mí peor persona!