viernes, 22 de julio de 2011

Yo miento, tú mientes, él miente (y ella también)

Si los hombres mienten para evitar los conflictos, para impresionar a las mujeres y a los amigos, para salir de trampa o para evadir una responsabilidad que los aburre... Qué es lo que nos motiva a nosotras, precursoras de la verdad, emblemas de la moral, próceres de la justicia y del ajusticiamiento, a escudarnos en la mentira en un sinfín de oportunidades? Y que, además de mentir, nos llevemos nuestros secretos a la tumba, sin pisarnos ni contradecirnos jamás, llegando al punto de jurar sobre una Biblia la mentira más absurda con ojos sinceros y húmedos de emoción?
Somos mejores actrices, no hay duda. Pero no es solo eso. Conozco muchas mujeres que mienten solamente para preservar la imagen idílica que su novio o marido tiene sobre ellas: mienten sobre su pasado, sobre sus fantasías, perversiones y masturbaciones.
En esos temas pertenezco más bien al rubro sincericida: en las cosas privadas, en esas que escandalizan, que provocan espanto en el otro, digo siempre la verdad. Siempre. No importa lo que me pregunten. Y espero lo mismo del otro, cosa que por supuesto no sucede.
En cambio, miento para hacer creer al otro que sé menos cosas de las que sé. En cualquier situación, de cualquier tema. Miento porque no quiero que el otro adivine los laberintos retorcidos de mi cerebro, mi profesión oculta de detective y de espía, mi frustración eterna por no haber nacido Mata Hari.

martes, 19 de julio de 2011

Soy una mujer adulta

Con el pie derecho hamaco el cochecito de mi hija, que me mira fijo para advertirme al primer olvido, con un gritito quejoso, que retome mi tarea (ella no espera, no comprende mis tiempos, mis ocupaciones de mujer adulta, mi necesidad de despegarme unos minutos de ella antes de volver corriendo a hamacar el cochecito). Mientras tanto estoy atenta al celular (soy una mujer adulta con muchas ocupaciones), que tiene que sonar en cualquier momento porque espero una respuesta a un sms. Confieso que no soy de esperar mucho: soy más bien de ésas que mandan un sms, esperan 3 minutos por reloj y llaman para preguntar por qué no hubo respuesta. Y sé que tengo que esperar porque eso es lo que hacen las mujeres adultas: esperan y tienen respeto y entienden los tiempos del otro.
Pero... esto de esperar, en silencio, con paciencia, civilizadamente, como esperan de uno.... se me hace, no sé cómo decirlo, desesperado. Quiero mi respuesta ya, no entiendo qué está haciendo el otro que no me contesta. Quiero que interrumpa sus ocupaciones y deje sus necesidades de adulto de lado, quiero que me conteste inmediatamente o mis gritos quejosos van a empezar a escucharse en cualquier momento.