No es que vamos evolucionando, y que cada día aprendemos algo. No nos engañemos.
No "mejoramos" nuestras relaciones porque reconocemos nuestros errores, o porque valoramos otras cuestiones. No.
Lo que pasa es que depende de la suerte del que nos agarre: si nos embarcamos en una aventura con el caballo cansado, o con miedo a la soledad, o con el reloj biológico a punto de dar las 12, las cosas se facilitan muchísimo. Aprendemos enseguida a perdonar, a permitir, a mirar para el costado. De repente somos personas comprensivas, con una alta capacidad para amar y brindarse sin barreras, que valora al otro por lo que es y no intenta cambiarlo.
Pero a mí me siguen molestando las mismas cosas que a los 4 años, por más que me esfuerce en disimularlo. Y todavía no aprendí a valorar al otro por lo que es, sino por los intentos que hace por ser como yo quiero (lo cual es altamente meritorio si examinamos mis cláusulas y condiciones).