martes, 20 de marzo de 2012

Ritmos cotidianos

La vida se compone de pausas y de acciones. Se encadenan entre sí, luchan, se confunden, se funden.
Pausas y quietud, esperando la acción y el movimiento. Como la danza. Como la música.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Marquemos la diferencia

Mi hija de 9 meses le tira de los aritos a María, la hija de mi amiga R. Es que mi hija no tiene aritos. Y creo que le gustan y yo no le puse. No es que no me gusten (bah, no me gustan). Pero en realidad lo que no soporto es la idea de pincharle las orejas a una beba para "diferenciarla" de los varoncitos. Como si ser varón fuera algo tan escandaloso.
O es al revés? Hay que diferenciarlas porque las terribles son ellas? Como sugiere mi amiga L, por qué no les pintamos la boca con rouge a las bebitas, así nadie se confunde por la calle? Francamente, me parece una buena idea: es mucho menos invasivo que el tema de los aritos y contribuye al mismo fin. Diferenciarlas.
Porque no basta con vestirlas de rosa, llenarles la cuna de muñecas, el cuello de volados y la cabeza de brochecitos y colitas. No, señor. Hay que agujerearlas, marcarlas de por vida. Como dice con notable lucidez J, el amigo de mi marido: Así ya les quedan, viste?
Y qué tal si a mi hija le gusta el piercing en el ombligo cuando crezca? Se lo debería hacer ahora, así ya le queda? Y un tatuaje en el antebrazo? Así ya le queda y no se tiene que tomar la molestia de ir a la Bond Street cuando crezca!

martes, 13 de marzo de 2012

Mi barquito sigue anclado

Dentro de veinte años estarás más arrepentido de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. [...] Así que aléjate del puerto seguro. Explora. Sueña. Descubre.
Semejante afirmación de Mark Twain no pudo menos que hacerme reflexionar. Y confieso que me hizo sentir remotamente culpable.
Exploro? No mucho. Sueño? Sí. Descubro? Dudosamente.
Sospecho que pasé muchos años de mi vida explorando y descubriendo, escapando a esa sensación de puerto seguro. Pero eran exploraciones sin objetivo, desarticuladas, sin alma. Y siempre volvía a un puerto seguro.
Debo admitir que lo que más temo aún explorar es lo que sé que me va a obligar a soltar amarras de verdad. Y tengo miedo de ahogarme.