Entre todas las profesiones que ambicioné desarrollar de niña, puedo decir con todo orgullo que no he cumplido con ninguna. No soy ni escritora, ni veterinaria, ni santa, ni fotógrafa del National Geographic. Pero la única que lamento no haber alcanzado y que siempre me dejó una espina clavada fue la de acróbata de circo.
Todo culpa de Enid Blyton y de su libro Aventura en el Circo, del cual recuerdo cada capítulo y que leí en quinto grado.
5 comentarios:
Disculpeme PEORCITA que le diga que a mi criterio una si está siendo cumplida. Una de mis favourites writers ;)
¡Acrobata de circo!
Que contará ese libro...
¿Alguien que queda como Ramón Sampedro?
Miedo, pero miedo maaal me daría.
....bueno, creo que nunca es tarde para sacarse las espinas....más aún si todavía duelen
besos. Sor.
Rochitas, usted SIEMPRE se excede en los halagos! ;-) Ramón Sampedro, jaja!
Sor, temo que duelan más los golpes que puedo propinarme que las espinas clavadas, si intento descollar en la profesión de acróbata de circo... Pero agradezco el ánimo!! jaja!
cuanta profesion frustrada dando vueltas por ahi... yo tengo miles tambien....
Coincido con la/el primer/a comentarista. Escritora sos, y de las buenas.
La de OZ
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